REMEMBRANZAS…

REMEMBRANZAS…
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Cuando lloraban las calles
nos sentábamos a conversar en ese bar
donde un día te regalé versos
repujados sobre la servilleta
para enredamos luego  en el duelo visual
que precedía siempre a nuestro
inenarrable toque de queda.
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La escena -algo así como carrusel
en esta feria tan cambiante que es la vida-
se repitió hasta el cansancio.
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Hoy aunque sume milenios
rememoro aún ese olor acre
que expedían nuestros cuerpos
sin más testigos que la tarde gris y detenida
cuando lloraban las calles
y nos fundíamos posesos
durante cierto «toque de queda»
inconmensurable, sempiterno.
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© Eduardo Vladímir Fernández Fernández
—24 de junio de 2012—D.R.
(en clave sintáctica de atemporalidad)